banner
    

Segunda Época | Mes JULIO/2016 | Año 2 | No. 16

indice

Tomás Estrada Palma. ¿Otra vertiente de pensamiento en el clan familiar de Bayamo?

Idelmis Mari Aguilera

Tomás  Estrada  Palma o los antifaces de la Revolución

Aldo Daniel Naranjo Tamayo

A los hijos de Cuba

Tomás  Estrada  Palma

El hogar de don Tomás

Mónica María Ramírez Aguilar

 

indice_b
Tomás Estrada Palma. ¿Otra vertiente de pensamiento en el clan familiar de Bayamo?

Idelmis Mari Aguilera

El independentismo cubano de la segunda mitad del siglo XIX no fue un bloque monolítico despojado de contradicciones; aunque aunados por un objetivo colosal: el logro de la independencia nacional y la abolición de la esclavitud, no todos los que participaron del empeño emancipador coincidieron en las vías y métodos para conseguirlos, lo cual se corresponde con el grado de desarrollo ideológico alcanzado por las figuras que participaron en la lucha, expresión de la evolución regional de la Isla y la heterogeneidad de las fuerzas sociales y económicas participantes en su conjunto y al interior de los diversos sectores poblacionales.
Para la década de los años 60 del siglo XIX, en Bayamo el sentimiento de patria local transitaba hacia formas superiores de diferenciación y asunción de su yo como elemento identitario, no solo en el contexto insular, forma primaria de manifestación, también como elemento diferenciador con el español peninsular; de ahí que, movidos por factores condicionantes de orden económico, político, social, ideológicos, culturales en su más amplia expresión, los terratenientes criollos bayameses decidieran iniciar el movimiento de ruptura con España única solución para el desarrollo del modelo económico social al cual aspiraban. 
La existencia de un clima revolucionario y separatista en la jurisdicción, expresión manifiesta del espíritu díscolo, pleitista y rebelde de que hacían gala los bayameses desde el siglo XVI, encauzado por el patriciado local se extendía entre el heterogéneo conglomerado social y participan los diversos estamentos y clases sociales.
En este contexto nace y se desarrolla Tomás Estrada Palma, miembro de la oligarquía bayamesa de antiguo linaje, hijo único del matrimonio de Andrés María Estrada Oduardo y Candelaria (Yaya) Palma Tamayo, descendiente de Rodrigo Tamayo y de la hija del cacique de Bayamo. Hacia 1867 la familia es propietaria de alrededor de 20 fincas en la jurisdicción de Bayamo y Manzanillo1, posee además una hacienda ganadera y de cultivo en el cuartón el Guamo y otra en Yara; casas en la ciudad de Bayamo 2, para esta fecha es teniente pedáneo del cuartón El Guamo y maestro de escuela en la administración colonial.
Se relacionó con coterráneos que figuran de forma prominente en los preparativos del movimiento independentista pero no estuvo Estrada Palma entre los iniciadores del movimiento revolucionario en Bayamo, ni entre los bayameses que desde la década del 50 desafiaban al régimen colonial español desde la esa ciudad.
Pánfilo Camacho en un estudio biográfico publicado en 1838 sostiene que:
“Estrada Palma aunque no figura en el primer plano de la conspiración ha aceptado la misma como necesaria y le presta el calor que irradia, su personalidad de maestro de escuela”3, pero los estudios realizados hasta la fecha no permiten ofrecer una valoración del pensamiento político - revolucionario sustentado por el bayamés antes de octubre de 1868 ni conducen a precisar en qué medida la idea de la independencia y la revolución separatista están presentes en sus concepciones aunque no sea miembro activo de los planes revolucionarios.
Si se asume la hipótesis de que Estrada Palma estaba permeado de las ideas independentistas y abolicionistas, debatidas en la región y en el ambiente familiar de los Palma, su actitud ante el levantamiento del 10 de octubre de 1868 lo coloca al lado de quienes consideraban prematuro el movimiento insurreccional para conseguir la independencia de España. 
El levantamiento de Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua sorprendió a muchos, incluso de los comprometidos con la insurrección en espera de la fecha acordada. Inicialmente se muestran contrarios a la actitud asumida por Céspedes al adelantar el alzamiento y dirigir un movimiento que hasta la fecha había estado en manos de Francisco Vicente Aguilera, aunque no se oponen a la insurrección en sí.
Se apresura el gobierno colonial en la jurisdicción a buscar un acuerdo conducente a la deposición de las armas bajo la promesa de embarcar a Céspedes para el extranjero: Tomás Estrada Palma, Rodrigo Mercochini y Ramón Céspedes Fornaris serán los comisionados para trasmitir la propuesta a los manzanilleros.
En encuentro de los comisionados con Francisco Maceo Osorio, Donato del Mármol y Pedro Figueredo, Perucho comunica que acepta la dirección de Carlos Manuel de Céspedes, y con ello ofrece el primer gran servicio a la revolución en armas: la lucha contra las divisiones internas; por su parte Tomás Estrada Palma asume la postura más avanzada del momento al incorporarse a las fuerzas revolucionarias levantadas en armas; era el 16 de octubre de 1868 en el ingenio “Las Mangas” y el 20 de octubre entra en Bayamo con las tropas mambisas.
El 28 de octubre del 1868 integró el nuevo Ayuntamiento establecido en la ciudad, se desempeñó como síndico de la Cámara Municipal. Ofreció su voto a favor de la moción presentada por José Joaquín Palma sobre abolición de la esclavitud, situándose al lado de la tendencia más radical de los revolucionarios bayameses en asunto de tanta hondura y significado en el seno de una sociedad esclavista.
El general Donato del Mármol, jefe de la división de Cuba en los tiempos iniciales de la Revolución, lo designa como su secretario. Incendiado Bayamo por los revolucionarios, dispersos y replegados los pobladores ante el empuje de la creciente de  Valmaseda desde el Cuartel General de “El Ramón” en abril de 1869, Estrada Palma redacta la proclama “A los hijos de Cuba” en  respuesta al Bando dirigido por el conde español “A los habitantes de los campos”.
La proclama de El Ramón denuncia la política de represión seguida por los españoles y concluye con un llamamiento a los cubanos a no cejar en el empeño de  independizar la patria. Hay en ella oposición a la crueldad como forma de lucha y ante cualquier intento de rendición en el empeño asumido para el logro de la independencia.4 Es un documento político importante encaminado a elevar la moral combativa de los revolucionarios y reafirmar su fe en la victoria, que debió reflejar también la concepción de Donato del Mármol.
Como miembro de la Cámara de Representantes ataca duramente a Céspedes en la sesión que lo depone, acusándolo de asumir posiciones dictatoriales, como a otros patriotas la visión política del momento le impide comprender que Céspedes encarna en sí a la revolución y las nefastas consecuencias que tal decisión  traería al campo independentista.
En medio de las contradicciones entre los cubanos insurrectos su conducta moral lo convirtieron en figura respetable en el campo independentista e influyeron en el ascenso a la dirección de la revolución; primero presidente de la Cámara y luego, en 1876, Presidente de República.
Durante su gestión presidencial, hasta caer en manos enemigas, se considera que desempeñó un importante papel en la organización de la vida en zonas insurrectas y en la lucha contra las divisiones internas, las indisciplinas y los intentos de pactar con los españoles.
Al abandonar la manigua no aceptó dádivas del gobierno español, lo cual se corresponde con las concepciones éticas que lo han guiado hasta ese momento pues se muestra partidario de la necesidad de amar el bien, repeler el mal y tener virtud para cumplir el deber.
La correspondencia de sus años de prisión (1876-1878) permite constatar su admiración por las formas republicanas de gobierno y de la práctica del ejercicio de la libertad, a través de asociaciones patrióticas de carácter político. En carta del 10 de abril de 1878 escribe:
“Laudables son, y no han dejado de aprovechar, las asociaciones patrióticas que se han venido organizado fuera de la Isla desde el comienzo de la guerra. Pero es preciso convenir en que habrían resultado mayores y más estables los beneficios de las propias asociaciones, si ellas hubieran participado del doble carácter que para los patriotas, honrados -en la acepción moral de esta palabra- debe tener la revolución cubana. Esta representa, en efecto; la emancipación de un pueblo y su regeneración bajo todos los aspectos de la vida humana, en las relaciones del individuo consigo mismo y con los demás a quienes se asocia para formar cuerpo político.                                      
Por tanto los clubes cubanos y toda clase de asociación formada por nuestros compatriotas; deben proponerse realizar dos fines; el de contribuir con sus trabajos a separar a Cuba de España, y el de; ejercitar a los asociados en la práctica de todas aquellas virtudes que son compañeras insuperables de la libertad. Nuestra obra es, en esencia, creadora…La asociación, que les recomiendo debe tener carácter político…”5
Para esta época ya se evidencia su concepción de la incapacidad de los cubanos para el autogobierno, lo cual lo conducirá a pensar en el anexionismo como solución a la multitud de problemas que enfrenta el proceso de creación del estado nacional.
Llegado al destierro ejerce la profesión de maestro en Honduras y con posterioridad en New York, como educador fue partidario de la formación de las virtudes ciudadanas desde edades tempranas.
En el Colegio de segunda enseñanza de Central Valley el pedagogo establece un sistema educativo en el que las materias instructivas se conjugan con la práctica de deportes, lecciones de moral y fiesta patrióticas; era un colegio al decir Martí donde se “pone en los niños de América las virtudes fundamentales del Norte, las virtudes del trabajo personal y del método, sin sofocar en el educando, el amor reverente por el país de su  nacimiento”.6
Las ideas morales y postura ética es lo que consideramos crea una relación afín entre José Martí y Estrada Palma, acrecentada por la veneración martiana a los combatientes del 68. El bayamés representa en la emigración el ala civil de la Revolución; pero aquella que no claudicó y en condiciones de penuria económica optó por marchar al exilio antes de vivir en suelo patrio ocupado por españoles.
No participó Estrada Palma del Plan Gómez Maceo de 1884; pero en 1887 pertenece a la “Convención Cubana“ que fundaron, en Cayo Hueso José Dolores Poyo, Francisco Lamadrid, Fernando Figueredo, Teodoro Pérez, Gerardo Castellanos y Rogelio del Castillo. 
Durante los años 90 del siglo XIX es invitado a presidir reuniones y actos revolucionarios; Martí lo visita, habla de él y destaca que es un patriota que no ha capitulado; Estrada Palma no forma parte oficial de la dirección preparatoria de la guerra pero se cuenta con él.
La actuación de Estrada Palma al frente de la delegación del Partido Revolucionario Cubano (PRC) tras la irreparable muerte de Martí se caracterizó por la centralización de los recursos monetarios y del envío de las expediciones; además es nombrado por el gobierno cubano su Agente Diplomático en el extranjero, con esta medida se reúne la representación diplomática y económica en una sola persona.
Con esta hoja de servicios llegó a las elecciones de 1901; a propuesta del generalísimo Máximo Gómez; tomó posesión el 20 de mayo de 1902; para dejar el mando, en manos norteamericanas el 29 de septiembre de 1906. Para ello no había ofrendado su vida José Martí, ni se habían colocado en el altar de la patria las cenizas de las riquezas de varias generaciones de bayameses.
Se impone entonces continuar las indagaciones conducentes a desentrañar la multicausalidad de la labor visible o velada de Estrada Palma durante la revolución, en la emigración, al frente del PRC y del gobierno republicano y  los móviles ideológicos que la sustentaron.
Será tarea de honda indagación pero solo ella nos permitirá confirmar si mantuvo Estrada Palma una posición anexionista como expresión de su pensamiento de manera reiterada desde 1870 hasta la República aunque no fuera manifiesta explícitamente en los años de tregua insurreccional, hasta tipificarla como otra vertiente de pensamiento en el clan familiar bayamés del 68 o si es expresión  de una asimilación incompleta; pero suficiente grande al país extranjero que lo colocó como a otros en la lamentable condición de ser según expresión martiana “hombre sin brújula, partidos por mitad…son en el comercio arduo de la vida, comerciantes quebrados”.7

1 Los datos sobre la situación económica familiar, en particular lo referido a préstamos obtenidos y la finalidad de los mismos, requiere estudios posteriores.

2 En la situada en la calle El Salvador, nació Tomás Estrada Palma el 9 de julio de 1853. En la actualidad el inmueble, con valor patrimonial por constituir uno de los exponentes de la arquitectura bayamesa anterior al incendio del 12 de enero de 1869, es sede la UNEAC en Granma; la calle se denomina Carlos Manuel de Céspedes.

3 Pánfilo D. Camacho. Estrada Palma. El Gobernante honrado. Biografías cubanas, 8.  Editorial Trópico. La Habana, p. 39

4 Archivo de la Nacionalidad Cubana. Fondo Estrada Palma. Proclama El Ramón, abril 1869.

5 Estrada Palma, Tomás. Cartas desde el Castillo de Figueras. Editorial Trópico, 1938. p.p 205-206

6 Martí Pérez, José. Obras Completas. Tomo 4, p.p. 257-264

7 Martí Pérez, José. Obras Completas. Tomo. 4. pp. 257-264

separador
Tomás  Estrada  Palma o los antifaces de la Revolución

Aldo Daniel Naranjo Tamayo

Para comprender lo que ocurre en un hombre, es necesario considerar su comportamiento con los demás.
Alfred Adler. Sentido de la Vida.

Los anatemas siempre han acompañado a Tomás Cirilo Estrada y Palma, debido a que en sus actos y pensamientos individuales y colectivos anduvieron siempre por caminos tortuosos, espinosos, cargados de intereses personales, cálculos e ideas contrarias al sentido común.
No pudo despojarse de las discordias con los demás. Sirvió al Gobierno español como teniente pedáneo del cuartón de Guamo, en el partido de Cauto Embarcadero. Era visto como un hombre inmoral, cargado de deudas y capaz de bajezas con las mujeres. Podía sobrevivir un poco al amparo de la corruptela hispana. Por su españolismo no participó en la conspiración separatista previa a 1868, ni militó en logias masónicas. Cuando resonó, bravo y digno, el grito de independencia del 10 de octubre de 1868, sin pudor alguno se puso del lado de la tiranía.
Parecía un campeón del integrismo español, al secundar al teniente coronel Julián Udaeta, gobernador de Bayamo, en sus planes de ahogar la llamarada  redentora. No dudó en  aplaudir el plan de indultar a los jefes de la lucha anticolonial y consentir que Carlos Manuel de Céspedes, Perucho Figueredo, Francisco Vicente Aguilera y Francisco Maceo, entre otros comprometidos marchasen al extranjero. Puso mucho empeño en que el problema se resolviera de este modo, lo que él y otros parciales estimaban una intentona absurda. Por eso, formó parte de una comisión pacificadora en compañía de Rodrigo Merconchini y Ramón de Céspedes Fornaris.
Pero todo cambió cuando llegó al ingenio de Las Mangas, donde encontró a cientos de patriotas dispuestos a los supremos sacrificios de la libertad, entre ellos muchos parientes suyos. Allí escuchó las palabras definitorias de Perucho Figueredo: «¡Qué cada quien haga lo que estime más conveniente! En cuanto a mi, me uniré a Carlos Manuel y con él marcharé a la gloria o el cadalso.»
En este encuentro Luis Merconchini, más astuto que tenaz, planteó que se quedaba junto a la Revolución afrontando todos los peligros. Enseguida le hizo coro Ramón de Céspedes. Puesto contra la espada y la pared, Estrada Palma cambió de casaca y dijo: «Amigos míos, mi misión está terminada. He llegado aquí y no regresare Bayamo. Pueden informarles al gobernador Udaeta y al alcalde Castro que me quedo con los revolucionarios.» En efecto, no regresó a las filas de los integristas. Pero en el fondo guardó aquella postura de Carlos Manuel de Céspedes y Perucho Figueredo como un agravio, porque prácticamente lo obligaron a «meterse» en la revolución.
Es decir, caminó a empujones hacia el partido independentista. No estaba adornado del bello sentimiento de amor a la patria ni tenía profundas convicciones revolucionaras. Llegó por contemporizar con sus parientes  y amigos y no ser blanco del descrédito público. Los de su talante fueron los que empezaron a denigrar el acto sublime de la proclamación de la independencia y los primeros pasos de la revolución. Hombre como Estrada propagaron sobre su marcha forzada a la guerra, que el grito de La Demajagua había matado la revolución y que Céspedes había cometido un crimen.
Durante la batalla de Bayamo, el 19 de octubre, el General en jefe Carlos Manuel de Céspedes lo nombró en el puesto de síndico del Gobierno Municipal de Bayamo. Poco después formó parte de la Junta Central de Fondos y tras la quema de la ciudad actuó como secretario de despacho del general Donato del Mármol, jefe de la división de Jiguaní. 
Fue electo para integrar la Cámara de Representantes de la República de Cuba, instalada el 12 de abril de 1869, en el poblado de Guáimaro, en el distrito de Camagüey. Este órgano devino el árbitro principal de la contienda liberadora e introdujo contradicciones en el campo revolucionario. Los civilistas, atrincherados en la Cámara, se sintieron los depositarios de los principios democráticos y de todas las verdades, incluyendo las militares y diplomáticas, en medio de la guerra. Por eso surgieron constantes disputas con el poder ejecutivo, especialmente con el presidente Céspedes, y con la jefatura militar.
En la Cámara de Representantes Tomás Estrada estuvo en todo momento ligado a Salvador Cisneros, Ignacio Agramonte, Antonio Zambrana y Rafael Morales, defendió la total soberanía de la Cámara y legisló sobre cuestiones insustanciales para el logro del triunfo sobre el Ejército español. Los críticos de tal postura no negaban la importancia de algunas leyes sobre educación, matrimonio, derechos ciudadanos, pero hablaban de la falta de oportunidad de esas leyes. No eran leyes para la guerra, sino para la paz de una república enteramente libre.
Pero esto era permisible, en el sentido que Cisneros, Agramonte y Morales luchaban con buena fe por el ascenso de los cubanos a una sociedad más justa y humana, expandiendo las instituciones y los derechos democráticos. Sin embargo, en Tomás Estrada había otras consideraciones, unas veces solapadas y otras un poco más visibles. Creía que los cubanos no estaban en capacidad y actitud para formar un gobierno propio. Decía que la servidumbre española había trasmitido al cuerpo social cubano la corrupción y la inmoralidad, vicios que afectaban la buena marcha de la vida independiente.
Esta forma de pensar tan antinacional,  no tardó en llevarlos a los brazos  del anexionismo a los Estados Unidos. Por tanto, su aspiración, era arrojar a la patria a la vecina nación del norte. Esta fue su real convicción desde su puesto de legislador del pueblo. Uno que le conoció bien, el presidente Céspedes, advirtió varias veces sobre  la postura hipócrita de Estrada Palma en sus manifestaciones públicas.
La vida le deparó todavía importantes puestos como presidente de la Cámara, secretario de Relaciones Exteriores y presidente de la República en Armas desde marzo de 1876. Fue hecho prisionero por una columna española octubre en 1877 y conducido  preso a España. Fue favorecido por los acuerdos  del Pacto del Zanjón, excarcelado tras este suceso, en mayo de 1878. Entonces pasó a los Estados Unidos, donde se mantuvo como un «anexionista tapado» como expresó el general independentista Enrique Collazo.
La estancia de Tomás Estrada en EE.UU merece un estudio particular que ponga de relieve toda la hipocresía de sus expresiones y la forma taimada de ganarse la confianza de José Martí, así como las dinámicas que utilizó para alisarse a los poderosos intereses económicos y financieros de la unión.
El colmo de su falsedad fue cuando días antes de asumir la presidencia de la República de Cuba en mayo de 1902, colocó ramos de flores en las tumbas de Carlos Manuel de Céspedes y José Martí, diciendo «Céspedes fue la fe de la revolución, Martí el profeta de la Independencia», dos de los apósteles cubanos que traicionó de la manera más grosera.

separador
A los hijos de Cuba

Tomás  Estrada  Palma

Proclama dirigida por mí  en el Ramon  abril de 1869.

A los hijos de Cuba,
Conciudadanos:

El Gral  Español, Conde de Valmaseda, ha hecho publicar con fecha 4. del corriente un Bando dirijido “A los habitantes de los campos” que tiene por objeto declarar la guerra á muerte y autorizar á la faz del mundo civilizado, incendios, asesinatos, atropellamientos y todos los horrores de que es capaz una soldadesca  vil, sin alma ni religion.
Este Decreto y el Preámbulo que lo precede, son la muestra evidente del mas descarado cinismo. El Prólogo es  la oracion laudatoria de una  conducta que  no se ha seguido. El Bando es la ley  promulgada despues de tres meses  de estar puestas en ejecucion.
El Sr.  Conde se jacta de habernos  perdonado, de haber ofrecido proteccion á nuestras madres, á nuestras esposas,  que nosotros abandonamos; y el Sr. Conde, queriendo distinguir cronológicamente  su personalidad, nos amenaza con abrir una  nueva era que comenzará á contarse desde el 14 del presente mes, en cuyo dia terminará la que el denomina, hablando de sí mismo, el hombre  de ayer.
Conciudadanos: El dia 15 de Enero ocupó el Gral Villate el lugar en que Bayamo había esistido, cubierto de escombros  y cenizas. Tres meses  han transcurrido proximamente  desde ese dia fatal, y este periodo  tiempo está marcado con la sangre de centenares de víctimas, con el incendio de sus pacíficos hogares.
Mientras que el ilustre Conde ocultando su obesidad en la Torre de Zarragoitia, guarda las apariencias  del tirano indulgente, sus  soldados y los voluntarios peninsulares, odiosos  instrumentos de aquel Júpiter tomando los modernos tiempos, asesinan á mujeres, niños y ancianos, saquean, ponen fuego á las casas, violan la esposa á presencia del esposo, degüellan al hijo á la vista de la madre é inventan  en su rabia cuantos horrores pueden producir las mas inícua ferocidad.
Todavía sangra el cuerpo mutilado de Miguel Milanés, el simpático  Palalo, asesinado á la vista de su madre, de su esposa, de su hermana, aun palpitan las entrañas de Ramon Martínez y de Lucas su hijo, anciano y enfermo el uno, adolescente el otro, las  de  Adolfo Rodríguez  y Florencio Villanova, jóvenes indefensos, pacíficos, sin otro crímen que conservar en sus pechos, puro, sin mancha, el sacro fuego de la Libertad; las de Bernardo  Camacho, arrancado de los brazos de su consorte, cuando apenas hacia un mes que se había casado; las  de Vian, frances  octogenario, asesinado dentro de su propio albergue, en donde yacía enfermo cubierto de una lepra pertinaz; la de los hermanos Nuviola, Luis Mestre, Francisco Puente Aguirre y otros cuyos cuerpos  desfigurados, abandonados en los caminos, presa de las aves de rapiña, son el testimonio sangriento de la bondadosa indulgencia de la decantada humanidad del hidalgo y filántropo Conde de Valmaseda.
I mientras autoriza que se cometa en los campos esta matanza impía, ¿sabeis cual es la proteccion que tributa á las pobres  mujeres llevadas á viva fuerza á las arruinadas poblaciones de Bayamo y Jiguani? ¡Hierve el pecho de indignacion! El encopetado Conde las destina para objeto  de pasatiempo de sus licenciosas  tropas, soldados y oficiales sin respetar el dolor de una madre, o una esposa, de una hermana, se introducen en sus hogares, se burlan de su afliccion, se complacen en repetirles  una y mil veces que los objetos mas queridos de su corazon han muerto ó moriran, y valiéndose de la fuerza profanan el santuario del dolor tratándolo de convertir en un lugar impuro, y amenazando con la espada ó la bayoneta á la desventurada que resiste á sus lúbricas proposiciones.
El Gral Villate que autoriza hace tres meses tales desórdenes, tal carnicería, tiene la desfachates, el decoro inaudito de presentarse  á nuestros ojos como el padre indulgente y cariñoso con sus hijos descarriados.
No haría menos el tigre, que despues de haber bebido  la sangre de víctimas merosas, aguardase en una encrucijada la ocasion de apagar su Sed insaciable devorando otras muchas.
Hermanos: La Patria reclama todos nuestros esfuerzos. Acudid presurosos á recibir la muerte, si es necesario, peleando infatigables por Salvar á Cuba de la odiosa dominacion española. Entre morir como las reses en el matadero, degolladas á mansalva por los verdugos del tirano, y perder la vida en los  campos de batalla defendiendo nuestra Independencia, la eleccion no es dudosa.
Hermanos: maldicion sobre España; que la venganza inflame nuestros pechos, que arda el odio en vuestras venas, y resueltos á morir antes que rendirnos, corramos juntos a recibir la muerte, que unidos seremos fuertes y la victoria coronará nuestros sacrificios-
Cuartel Gral en  “El Ramon”-
Abril 9 de  1869.
T. E. P.

Fuente: Archivo Casa de la Nacionalidad Cubana. Fondo Tomás Estrada Palma. L-1  E- 1 al 10.

separador3
El hogar de Tomás

Mónica María Ramírez Aguilar

Ubicada en la calle Céspedes, entre Perucho Figueredo y Lora, se encuentra la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) en Granma. Quienes de una u otra forma habitaron esa edificación, aseguran que dista mucho de su estructura original.
Esta vivienda, según el texto Las primeras villas en Cuba de Alicia García Santana, se expone como uno de los ejemplares que sobrevivió al incendio de Bayamo y uno de los mejor conservados de la etapa temprana a escala nacional. También tiene la particularidad de que allí vivió Tomás Estrada Palma.
En el libro mencionado suele describirse el sitio por: “su bajo puntal y el acusado apaisamiento de la fachada, con la puerta de acceso al centro flanqueada por ventanas. La sala, de gran tamaño, se comunica con el comedor por un arco de mediopunto. A los lados de ambas estancias, los aposentos y recámaras. Al fondo, la galería en arcos sobre columnas de ladrillos aplantillados. En un inicio la vivienda no tuvo dependencias en los costados del patio. Está pintada de blanco como lo estuviera originalmente”.
Sin embargo, muchos tesoros pueden haber desaparecido del lugar. En entrevista concedida por Carlos Puig Premión, director de la Banda de Conciertos de Bayamo, cuenta que en el año 1985, aproximadamente, los integrantes de la agrupación tuvieron que ensayar en el patio de esa casa que permanecía al cuidado de una señora conocida como la gallega.
“La edificación estaba muy deteriorada, tuvimos que hacer una guardia vieja en aquel patio lleno de hierba con pasillos de piedra pero que era una belleza, una de sus paredes se encontraba completamente cuarteada. Recuerdo que en la parte derecha de la casa estaba la cochera y la ventana de Luz Vázquez, en la orilla de una pared había clavos de gran tamaño con argollas que pudieron ser para amarrar esclavos o caballos.
Cuando llovía, el agua caía desde el techo a un aljibe y desembocaba en un poso que más tarde fue segado. El piso era, pienso, de ladrillos grandes y fue cambiado por el actual, al igual que las puertas y ventanas, porque las de hoy son réplicas”.
Puig, relata que en las habitaciones existían algunos muebles, entre ellos un gavetero que dentro tenía piedras de origen desconocido y planos de un ferrocarril. Asimismo había un fonógrafo en la sala y en el baño se conservaba la bañadera, que al parecer era de muy buena calidad, la taza, su bidel, una repisa y dos toalleros.
El director de la Banda de Conciertos de Bayamo dice que el Museo Provincial sacó del lugar el fonógrafo, una tinaja de filtrar agua y un mueble de mimbre que después vio en la Casa de la Nacionalidad Cubana, y dos sillones, una mesa y comadritas.
“Para ser presidente vivía bastante modesto” opina Puig Premión. “Había algunas armas, fusiles viejos, una lámpara de bronce de tres brazos que colgaba del techo y ganchos de poner los sombreros, claro, la pared donde estaban se tumbó”.
La Banda de Conciertos estuvo aproximadamente un año en la casa de Estrada Palma. Algunos de los objetos del lugar se encuentran en el Museo Provincial para ser apreciados por quienes visiten la institución. A pesar de los esfuerzos por mantener las edificaciones, que son parte de la historia, es lamentable que por desconocimiento y desinterés se destruyan. Hay lugares que merecen ser apreciados por su belleza arquitectónica o por el simple hecho de mostrar el pasado.

Fuente:

Alicia García Santana (2008). Las primeras villas en Cuba. Capítulo IV. Bayamo, la patria os contempla orgullosa. Ediciones Polymita S.A. p.132.

Entrevista a Carlos Puig Premión, director de la Banda de Conciertos de Bayamo.
separador3
 

Boletín Acento . Oficina del Historiador
Bayamo M.N., Cuba. 2016
Estos textos pueden ser reproducidos libremente (siempre que sea con fines no comerciales) y se cite la fuente.